¿Por qué privar de libertad al resto de animales? Repasamos algunas razones por las que poner fin al cautiverio de cetáceos.
Cuando alguien va a un acuario, está apoyando el cautiverio de cetáceos. Todas las personas nos equivocamos. Vivir implica cometer errores. De hecho, cuando nos equivocamos y nos damos cuenta, tenemos la oportunidad de aprender una lección. Muchas personas la desaprovechan y se empeñan en no reconocer los errores que cometen. Tal vez esto sea porque ese error les aporta beneficios y es muy difícil dejar de hacer algo que te enriquece materialmente o te entretiene de alguna manera ingenua.
En cambio, otras personas no solo reconocen que estaban equivocadas, sino que cambian hábitos y se esfuerzan en informar sobre aquello que les impedía ver que se equivocaban. Por considerar el ejemplo del cautiverio de cetáceos, estas personas han admitido que es un error creer que una orca, ballena o delfín pueda vivir feliz y con sus necesidades vitales cubiertas en una piscina.
Vivir encerrados
Estudios, reportajes e investigaciones de especialistas en biología y etología lo constatan. Sin embargo, no debería ser difícil de entender para cualquiera con la capacidad de ponerse en el lugar de otro. Es un hecho que alguien que mide entre 6 y 9 metros y vive encerrado en una piscina con una profundidad de entre 6 y 12 metros aproximadamente tiene dificultades para desplazarse y actuar con normalidad. Además, corre un gran riesgo de sufrir y deprimirse durante toda su vida permaneciendo ahí encerrado.
Las dimensiones de las piscinas o tanques de agua en los que viven las orcas en cautividad varían según la normativa de cada país. Sin embargo, el tanque más grande es el de SeaWorld San Antonio. Mide unos 70 metros, tiene una profundidad de 12 metros y es un espacio compartido por seis orcas.
Aunque el problema no es que las piscinas sean pequeñas. La cuestión es ¿cómo nos puede parecer buena idea encerrar a alguien durante toda su vida? Las orcas en libertad pueden llegar a nadar hasta más de 160 km al día, 64 km diarios de media, y se sumergen entre 30 y 150 metros de profundidad varias veces al día, cada día.
¿Por qué justificamos privar de libertad a estos individuos? ¿Qué nos da derecho a apropiamos de sus vidas? Hemos convertido en negocio su sufrimiento. Hemos creado una serie de argumentos que nos hacen ver solo lo que quienes se lucran quieren que veamos. La admiración por unos seres tan diferentes a nosotros y a nosotras, con capacidades extraordinarias nos invade y nuestro impulso es acercarnos a ellos. Los acuarios son el lugar más accesible para hacerlo y, encima, nos venden una imagen fantástica sobre lo bien que los cuidan. ¿Cómo resistirse?
Muertes de orcas en cautividad
Las orcas hembra en libertad pueden llegar a vivir más de 80 años y los machos más de 60. Solo en el año 2023 perdimos a Kiska, Lolita/Tokitae, Moana, Narnia y Nord en varios acuarios del mundo:
Kiska murió en Marineland Canada, a la edad de 47 años. Fue inseminada y tuvo 5 hijos. Todos murieron. La tuvieron sola en un tanque durante los últimos 12 años de su vida. Era tristemente conocida como “la orca más solitaria del mundo”. A menudo se la veía flotando, totalmente apática, sin reaccionar a estímulos a su alrededor. En otras ocasiones se golpeaba la cabeza contra las paredes del tanque.
Lolita o Tokitae murió en el Miami Seaquarium. Fue la orca que más años vivió en cautiverio. Más de 50 años. Compartió piscina con otra orca durante un tiempo, Hugo, hasta que él murió en 1980 debido a las contusiones que se hizo después de que también se golpease repetidamente la cabeza contra las paredes de su tanque.
Moana, una orca macho, murió en el parque acuático Marineland de Antibes a los 12 años de edad. Vivía con su madre Wikie, de 22 años, su tío Inouk, de 25 años, y su hermano Keijo, de 9 años. Su padre es Ulises, una orca que fue capturada en Islandia, vivió una década en el Zoo de Barcelona y fue trasladada a SeaWorld San Diego, en 1994. Utilizaron su esperma para inseminar a Wikie. Fue el primer hijo que tuvo Ulises sin enterarse ni conocerlo nunca.
Narnia y Nord murieron ambas en Moskvarium, un acuario de Rusia. Narnia tuvo una obstrucción intestinal y falleció con 17 años. Nord sufrió una úlcera péptica y perdió la vida a los 14 años de edad. Los problemas gástricos y respiratorios, como la neumonía, son a menudo la causa de muerte de las orcas en cautividad, aunque existen otras dolencias y enfermedades comunes.
Mientras escribo este artículo, ha fallecido un bebé, hijo de Nord, en Rusia. Están vigilando a Naja, la única orca que sobrevive en el mismo acuario. Se ha quedado totalmente sola. También hace unos días nos dejó Inouk, el tío de Moana, en Marineland Antibes.
Lesiones y disputas entre orcas
Sabemos que las orcas son animales que viven en grupos y eligen a su familia. Se crean estructuras matriarcales y es común que algunos individuos nunca dejen el grupo en el que han nacido. Además, todos los miembros de un grupo se pasan sus conocimientos o cultura de unos a otros como, por ejemplo, las estrategias de caza.
Teniendo en cuenta que cada orca tiene un carácter diferente y que los traslados de uno a otro acuario son una práctica normalizada, no es difícil que surjan conflictos. Cuando estos ocurren, las orcas no tienen escapatoria, están atrapadas en una piscina y pueden llegar a sufrir lesiones causadas por ataques. Incluso pueden morir.
El caso de Corky es el ejemplo más obvio de los problemas que puede suponer imponer la compañía de unos y otros individuos en un espacio cerrado. Corky fue embestida por Kandu V, otra orca en Seaworld San Diego durante un espectáculo el 21 de agosto de 1989. Kandu V, la orca que la atacó resultó gravemente herida. Se rompió la mandíbula y una arteria que le causó una gran hemorragia. Se desangró en la piscina. Tardó 45 minutos en morir. Tenía 14 años.
Incidentes y muertes humanas
No hay constancia de ningún ataque espontáneo de orcas salvajes a seres humanos en toda la historia de encuentros con ellas. Sin embargo, las relaciones entre seres humanos y orcas en cautividad han dado lugar a numerosos incidentes. Desgraciadamente, algunos de ellos han costado la vida de algunas personas:
Tilikum, una orca macho, capturada en Islandia en 1983 con dos años de edad, mató a tres personas en SeaWorld Orlando, EEUU.
Kasatka una orca hembra, capturada en Islandia en 1978 a la edad de un año, mató a una persona en SeaWorld San Diego, EEUU.
Keto, una orca hembra, nacida en cautiverio, mató a una persona en Loro Parque, Tenerife, España.
Los incidentes no mortales más comunes en parques acuáticos de todo el mundo consisten en mordiscos al alimentar a las orcas, empujones en el agua y contención bajo el agua. Teniendo en cuenta que son individuos de un tamaño considerable, que pueden pesar más de 5.000 kilos, los impactos recibidos por los/las entrenadores/as les han llegado a causar lesiones internas como rotura de huesos u órganos dañados.
Antes de sacar conclusiones, recordemos lo que indicó en una ocasión Ric O’Barry, fundador de The Dolphin Project: “No creo que las orcas sepan cada cuánto necesitamos respirar”.
No podemos saber cuáles eran las intenciones de las orcas que hicieron estas acciones que resultaron ser perjudiciales para los seres humanos. ¿Intentaban distraerse, jugar con los/as entrenadores/as? ¿Actuaron de forma diferente por aburrimiento? ¿Sus problemas psicológicos tienen algo que ver con este comportamiento?
Exigir el fin del cautiverio de cetáceos
Gracias al documental Blackfish, dirigido por Gabriela Cowperthwaite, estrenado en 2013, salió a la luz la realidad en la que viven las orcas en cautividad. Millones de personas desconocían las prácticas que se llevan a cabo para someter y obligar a estos individuos a aprender a hacer los ejercicios requeridos en un espectáculo. El documental tuvo un gran impacto en la sociedad, que se reflejó en una drástica reducción de visitas a acuarios. Los beneficios de SeaWorld cayeron un 84 % entre 2014 y 2015.
En 2015, John Hagrove, un entrenador de orcas de SeaWorld decidió dejar de serlo y publicó un libro para denunciar y confirmar el trato que reciben las orcas en cautividad y los efectos físicos y psicológicos que esta conlleva.
En 2016, la empresa SeaWorld anunció que ponía fin a su programa de cría de orcas y que las que estaban en cautiverio bajo su cuidado serían la última generación en sus parques. Por estas fechas, los entrenadores de esta empresa ya no estaban autorizados a nadar con las orcas para evitar incidentes.
Cambiaron la perspectiva de los espectáculos. Ya no hay saltos o acrobacias y se centran en hablar de las características físicas de las orcas, de sus hábitos en libertad, de su inteligencia y otras habilidades. Quieren transmitir que su misión desde el parque es conservar a esta especie, concienciando sobre lo extraordinarias que son. Pero ¿es necesario mantener a las orcas encerradas allí para explicar lo maravillosas que son?
La evolución de los hechos nos demuestra que los cambios colectivos (dejar de visitar acuarios) y las acciones individuales (publicar un libro con tus conocimientos personales) suman y pueden tener un impacto tan fuerte que se refleje en un cambio que parecía imposible.
Santuarios marinos
Existen santuarios marinos donde orcas, delfines y otras ballenas que han vivido toda su vida en cautiverio podrían ser trasladadas. Se trata de zonas costeras delimitadas con una red. Los habitantes rescatados podrían vivir en una realidad lo más próxima a lo que sería vivir en libertad. El proyecto Whale Sanctuary sigue adelante. De momento, un grupo de expertos en mamíferos marinos, veterinarios e ingenieros, ha identificado posibles emplazamientos en la Columbia Británica, el estado de Washington y Nueva Escocia.
Para empezar, no tendrían que soportar el cloro en el agua con su consecuente irritación de ojos y piel. Podrían protegerse del sol y no sufrir quemaduras sumergiéndose en las profundidades. Sentirían corrientes marinas y temperaturas adecuadas para ellas todo el año. Tendrían un escenario real en el que ser ellas mismas, cruzarse con peces, distraerse y relacionarse con otras especies de animales.
Cada individuo es diferente y también cabe la posibilidad de que algunos puedan ser rehabilitados y entrenados para volver a vivir en total libertad, como fue el caso de Keiko y de una orca liberada en aguas cerca de Rusia.
Las opciones para corregir nuestros errores y acabar de la mejor manera con el cautiverio de cetáceos existen. Nos falta trabajar juntos y juntas para apoyarlas. Sigamos empujando el cambio que ya ha empezado y va a coger fuerza en breve con la prohibición de los espectáculos con cetáceos en algunos países como Francia a partir de 2027.
Este artículo fue publicado originalmente en Infoanimal, en El Salto diario.
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