Esplendor y ruina del Circo del sol Me pregunto cuántas buenas ideas y buenas intenciones mueren por una mala gestión de sus recursos y beneficios. Es una lástima perder este gran proyecto de Arte. Conseguían hacernos soñar, emocionarnos e inspirarnos. Sus piruetas imposibles nos hacían creer en la magia. La actitud y la actuación de los artistas nos invitaban a explorar otros mundos.
Su administración fue modelo de negocio, pero ahora ha llevado al grupo a la bancarrota. Hay una sola cosa que criticaría del Circo del sol y es el precio de las entradas. Una forma de Arte como esta debería estar al alcance de todos. Pensé que con los años y éxitos, ajustarían sus gastos e inversiones, que repartirían más equitativamente sus beneficios entre los trabajadores y que tendrían en cuenta los bolsillos del público, pero no fue así. Entraron en bolsa y mantuvieron una estructura de beneficios piramidal, como tantos otros (o casi todos) los negocios. Creo que es hora de cuestionarnos este modelo de gestión antes de seguir perdiendo grandes proyectos.
Esta es otra de las consecuencias de la pandemia que no está en el debate social, ni en el debate de los medios, ni el de nuestros políticos. Nuestro sistema alimentario no funciona, porque implica la muerte de miles de vidas sin más razón que la económica. En este artículo, Cristina Rodrigo nos expone hechos denunciables a consecuencia de la pandemia: “Los ganaderos quieren acabar ya con un 20% de los animales para no llegar a Navidad con un sector del ibérico devaluado. En definitiva, hablamos de un exorbitante número de vidas animales arrebatadas exclusivamente para mantener los precios y no para alimentar a alguien. Mientras, durante el confinamiento, la demanda en el Banco de Alimentos se ha disparado un 30%”. El cierre de restaurantes y hoteles ha hecho que el ritmo en los mataderos se ralentice, los animales se hacinan en las granjas y los ganaderos no tienen recursos para mantenerlos, así que los “retiran”; un eufemismo para decir que los matan fuera de la cadena de suministros alimentarios. Estos datos son razones añadidas para decidirnos a actuar individualmente y cambiar nuestra dieta.
El artículo Nuggets y murciélagos muestra otro problema grave al que nos enfrentamos y nos negamos a reconocer. Leer los datos que presenta y conocer detalles de lo que ya creía que es una atrocidad, me confirma que no hay más excusas, ni razones. La explotación animal actual está detrás de esta y las demás pandemias más graves recientes. En pleno reinicio de motores económicos, ¿por qué no transformar la industria alimentaria? Tenemos herramientas, conocimiento y estrategias para poner en marcha un plan gradual para evolucionar moralmente y recuperar el equilibrio de nuestro ecosistema favoreciendo la biodiversidad. Debemos admitir que el monocultivo y la ganadería intensiva solo nos pueden llevar a situaciones mucho más graves que esta pandemia y sus consecuencias. Cambiar nuestra relación con las demás especies es nuestra única opción para un futuro de bienestar. Un cambio ético debe imponerse. ¿Cómo seguir ignorando el sufrimiento de millones de animales cada segundo? ¿Qué tipo de humanos queremos ser?
Apenas sale ya en los medios, pero hace un par de semanas murió atropellada Regan Russell, una activista en la lucha por los derechos de los animales no humanos. Ocurrió en Canada. ¿Ha sido un accidente, una negligencia o un asesinato? Se está llevando a cabo una investigación sobre las circunstancias en las que se produjo el atropello. Pero nada cambiará el hecho de que una mujer ha perdido su vida a las puertas de un matadero, cuando intentaba dar una muestra de amor y alivio a unos cerdos en sus últimos momentos de vida, antes de entrar en ese lugar. El diario El Salto dedica un artículo muy completo sobre su dedicación a la lucha antiespecista: Muere activista atropellada en una protesta.
No puedo evitar acordarme de la muerte de la sufragista Emily Davison en el Derby de 1913, en el Reino Unido. A pesar de tener imágenes del incidente, todavía hoy existen dudas sobre la intencionalidad de su acto. Su lema en la lucha por los derechos de las mujeres era “hechos, no palabras”. ¿Se suicidó o quiso hacer un acto simbólico y colocar una banda de las sufragistas sobre el jinete o el caballo? Fuese cual fuese su voluntad, el hecho es que una mujer que dedicaba su vida a reivindicar los derechos de las mujeres se coló en la pista durante la carrera de caballos más importante de su país y murió.
Tanto Regan Russell como Emily Davison luchaban por acabar con el sufrimiento de seres vivos y reclamaban la igualdad de derechos para todos. Creo que sus muertes deberían dar visibilidad a las causas que defendían, porque todavía siguen siendo motivo de lucha. Poder votar no es suficiente, ofrecer huevos de gallinas criadas al aire libre tampoco. Queda mucho por hacer y espero que algún día entendamos que las causas de Russell y Davison nos incumben a todos y cada uno de nosotros. Deseo que su lucha se convierta en la nuestra.
Algunos links para saber más sobre Emily Davison:
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