Sólo si aceptamos y analizamos nuestros fracasos, aprendemos de ellos. Este confinamiento deja al descubierto unos cuantos, pero también nos da la oportunidad de poner en marcha cambios, a nivel individual y también a nivel social. Deberiamos hacer una reflexión sobre cómo queremos que sea el mundo a partir de ahora, porque tendremos un papel decisivo. ¿Nos esforzaremos por cumplir con todo lo que nos exijan (presidentes, jefes, superiores, políticas, leyes, etc)? ¿Consideraremos la era PostCovid-19 como una especie de “reset” para vivir de otra manera, para crear otro mundo? ¿Exigiremos responsabilidades y medidas de protección para todos los miembros de nuestra sociedad? El artículo “No seremos mejores” de David Vicente nos da papel de lija para replantearnos muchas cosas. Yo quiero ser optimista y espero poder quitar el “no” del título algún día.
Esta entrevista a Nuccio Ordine nos da material para reflexionar cuales podrían ser nuestros siguientes pasos, una vez haya acabado este capítulo de nuestra historia. Me encanta la pasión de este sabio profesor, que siempre escucho desde la admiración. Además de citar clásicos muy adecuados a la situación que vivimos, nos advierte sobre la necesidad de no olvidar y de recordar nuestra historia para no repetir los mismos errores ahora, ni nunca más: “Si queremos dar un giro y atesorar lo aprendido no debemos olvidar los males que de antiguo afligen a la humanidad. La lucha es entre la memoria y el olvido. Y para ello nos sirve la literatura, que tiene una función profética y nos enseña sobre el pasado”.
Comparto un artículo que reúne varias miradas para interpretar y tomar conciencia de algunos detalles de esta situación. Tenemos suerte de que los filósofos compartan sus pensamientos y nos ayuden a lijar, a ver más allá de lo evidente. La declaración de Marina Garcés es un buen punto de partida para nuestra reflexión: “La filosofía, más que insistir en la perplejidad, nos tiene que ayudar a problematizar lo que no vemos o lo que no queríamos ver. ¿Por qué no veíamos lo que se avecinaba, cuando había tantas señales a la vista? ¿Qué ficciones sostienen lo que llamamos la vida normal? ¿Para quién funciona y hasta dónde? ¿Quién no ha formado nunca parte de ella?” Creo que el argumento de Ana de Miguel es muy acertado: “Podría ser el momento para salir de la insignificancia del pensamiento posmoderno que te invita a ponerte a ti y tus deseos en el centro. Es una filosofía mediocre, en realidad parece publicidad, hábil para legitimar esa mezcla de consumo y transgresión que ha predominado las últimas décadas: ‘Tú, que no admites las reglas, bebe tal ginebra’; ‘Esta es una cuenta bancaria para rebeldes’, etc.”. Es un buen momento para revalorizar identidades y recuperar valores menos egocéntricos y más empáticos, más solidarios que nos hagan ver que somos parte de una diversa comunidad.
Este es otro artículo, de Joan Subirats, que merece nuestra atención para replantearnos las cosas durante esta situación y moldear el futuro que parece estar en nuestras manos más que nunca. Destaco un fragmento: “Superada la pandemia, podríamos llegar a vivir mejor si lográramos resolver problemas básicos como la supervivencia, la relación trabajo-vida, nuestra interrelación con el planeta. Y que, en este contexto, la idea que solo hay una economía posible y una única forma de relación entre individuos y comunidades, que es el mercado, no acaba de ser verosímil. No podemos conformarnos con que el precio de no tener contaminación, de tener más tiempo, de poder comunicarnos y colaborar (aunque sea a distancia), de compartir más intensamente labores básicas de cuidado pase por vivir en medio de una pandemia que nos amenaza de muerte”. Espero que recordemos las lecciones que estamos aprendiendo en estas circunstancias para construir un futuro mejor para todos.
He encontrado la web lavoragine.net y me parece una propuesta emocionante y provocadora que ofrece material valioso para lijar. He seleccionado un artículo que menciona hechos actuales a considerar: “Pandemia del Covid-19: ¿Esto lo cambia todo?”, de José Antonio García Fernández. Analiza varios temas, pero voy a señalar uno: “La incapacidad del modelo neoliberal frente a una crisis global, descubre su verdadera cara: la usurpación total de las ganancias y la adjudicación de las pérdidas a los trabajadores. Un ejemplo es la gestión de la situación actual por parte de ciertas grandes empresas que, tras dar el palo tratan de tapar la herida producida, ofreciendo dinero de ayuda para paliar los efectos de esta crisis, al mismo tiempo que dejan atrás a cientos de miles de trabajadores y a sus familias (3), lo que acarrea su mayor vulnerabilidad sanitaria y económica”. Deberíamos retener las cifras que se especifican en ese “(3)” que aparecen a pie de página. Cambiarán, pero creo que la reflexión del autor concuerda con una propuesta en la que pienso desde hace varios días. Llegará el momento en que los Gobiernos de los diferentes países anuncien que “deben” ayudar a las empresas ante esta crisis. Me parecerá bien siempre que se diferencie entre empresas con “pérdidas o en quiebra” y empresas con “reducción de beneficios o de crecimiento”, porque no es lo mismo y no es justo que reciban la misma ayuda unas que otras. Esta vuelve a ser una oportunidad para luchar contra la injusticia y la desigualdad que la gestión de la pandemia está acrecentando. La pregunta que yo haría es: ¿Cómo conseguimos exigir esta diferenciación a un Gobierno que mira hacia otro lado y que tiene otros propósitos? Hay que pensar una estrategia y considerar nuestras opciones.
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