Siempre es un placer conocer los pensamientos de Emilio Lledó. Esta entrevista reciente de Juan Cruz recoge algunos. Dice: “El 80% o 90% de lo que se escribe es sobre el dolor y la miseria, y únicamente el 7% u 8% se refiere al origen del horror. ¡No se explica, incluso se oculta!” Tiene toda la razón. Es necesario lijar, llegar al origen y raíz de los problemas o nunca daremos con una solución. Dejemos de hablar de las consecuencias y analicemos las causas. Es así como daremos con propuestas para conseguir un resultado mejor. El otro día se hicieron públicas las imágenes de un rescate de personas naufragadas en el mar. Una situación espeluznante que sin duda hay que exponer (aunque pase cientos de veces). Pero deberíamos preguntarnos: ¿Cómo proceder ante la llegada de personas de otros países buscando un hogar? ¿Por qué se les niega la estancia? ¿Por qué se presenta su llegada como un problema? ¿Qué soluciones se aplican a este problema? Si sigue sucediendo, será porque no funcionan y se debería intentar algo diferente ¿no?
Solo espero que a nadie se le ocurra promover la natalidad. Si no hay trabajo ni oportunidades de supervivencia para unos, no las habrá para los otros ¿no? Cuando veo esas imágenes se borran las fronteras y no dejo de pensar en ideas para ayudar, socorrer y avanzar en un mundo más justo, igualitario y respetuoso con la vida para todos.
Me gustaría recordar que los animales no humanos que conviven con nosotros merecen el mismo respeto y calidad de vida que nosotros mismos. Tras el confinamiento hubo un 25% más de abandonos que el año pasado por las mismas fechas. ¿Por qué? Si adoptamos a alguien, tenemos el deber de hacernos cargo de él/ella por el resto de su vida. Es nuestra responsabilidad, porque depende totalmente de nosotros. Los datos fueron publicados en este artículo. Al pensar en todos los individuos que esperan una nueva vida en todas las protectoras del mundo, exigiría a todos los gobiernos prohibir la cría y la venta de perros y gatos, para empezar. Los animales no humanos no son productos, sino seres vivos. Además, planteo la reflexión básica para todos: Si no abandonarías a tu hijo, ¿por qué abandonar a otro miembro de tu familia?
Seguimos inmersos en una pandemia sin precedentes y es preciso dar las gracias a todas las personas que trabajan de una u otra manera para aliviar y ayudar a los demás. Hoy intento hacer eco de este artículo: Los trabajadores sociales, de Laura L. Ruiz, ya que habla de las situaciones precarias en las que se encuentran miles de personas y de aquellos que trabajan para poner algún remedio. La crisis que atravesamos ha empeorado aún más la vida de millones de personas. Los trabajadores sociales ofrecen todo su apoyo y ayudan a todas estas personas invisibles que no tienen recursos para seguir sobreviviendo. Se enfrentan a problemas de adicción, de acceso a una vivienda, a comida o a un empleo. Los trabajadores sociales proporcionan información, hacen trámites, activan alarmas, ofrecen soluciones, dan consejos o simplemente escuchan. La voluntad de ayudar y de salir adelante no tiene límites para todos ellos.
Cada vez que escuchemos que “no hay dinero para…” o “no podemos invertir más en…” recordemos esta noticia: Varias aerolíneas lanzan vuelos a ninguna parte para compensar la reducción de viajes por coronavirus. ¿Promover actividades contaminantes e innecesarias en estos momentos es un buen plan? ¿Quién puede justificar esto? En lugar de plantearnos si el avión debería seguir existiendo únicamente para cubrir distancias largas, se permite esto. ¿Qué estamos aprendiendo de esta pandemia?
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La fotografía de este artículo es de Laura Muñoz @unbichoinquieto
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