Tras este artículo de Azahara Palomeque, reflexiono. Conocer nuestra historia nos ayuda a evolucionar y a huir de pasados que nos causaban sufrimiento, represión, dificultades para sobrevivir e infelicidad. Tal vez no existan relatos ni ideologías fuera del sistema impuesto tras alcanzar la era de la Modernidad. Pero sí existen valores como la empatía y el respeto al prójimo que valdría la pena recuperar, puesto que su falta es lo que nos lleva, en gran parte, al colapso que empieza a avistarse. Empujar fuera de nuestras vidas el egoísmo y el individualismo y empezar a basar el sistema económico y social en la colaboración y cooperación de todos y de todas sería un buen punto de partida para poner freno a la calamidad que nos espera si seguimos ignorando todos los indicadores y si infravaloramos el poder de nuestras acciones.
El transporte de animales vivos de larga distancia es más común de lo que creemos y las condiciones en las que miles de animales pasan semanas encerrados en barcos sin poder apenas moverse son tan crueles y les causan tanto sufrimiento que deberían bastar para que esta práctica fuese prohibida. En 2017, se comercializaron casi 2 billones de animales. Cerca del 70% de animales comercializados por la UE son trasladados de un país miembro a otro para diferentes partes del proceso de explotación. Por ejemplo, los cerdos nacidos en Dinamarca se llevan a Polonia para engordarlos. El transporte por tierra está limitado a un máximo de 8 horas diarias. Pero no hay límite de tiempo para los animales que son trasladados en barco. Su viaje hacia el matadero puede durar semanas. (Fuente: Meat Atlas, de Friends of the Earth). Y no es el único problema. Este tipo de transporte es utilizado para traficar con drogas y con humanos tal y como se explica en el artículo Live animal exports are being used by smugglers. En este se muestran unas fotografías del estado deplorable y del padecimiento de los animales a bordo del barco FM Spiridon. Un barco que fue sometido a una inspección en Canarias en busca de drogas o de personas en situación irregular. No encontraron nada de esto, pero sí cuerpos sin vida e individuos en necesidad de auxilio. Sin embargo, ni retiraron los cadáveres ni atendieron a quienes necesitaban atención médica. Es un ejemplo más de la crueldad con la que actuamos ante animales de otra especie que no es la nuestra.
Hace 20 años se prohibió la harina de origen animal para alimentar al ganado debido al brote de una enfermedad que afectaba al sistema nervioso central conocida como "enfermedad de las vacas locas". Hoy se vuelve a autorizar para alimentar a otros animales no rumiantes. ¿Qué seguridad tenemos de que no se cruzará en el camino de las mismas especies de las que proviene volviendo a causar esa u otra enfermedad? ¿Por qué recuperamos un producto que dio problemas graves en el pasado? ¿Por qué asumimos el riesgo de que vuelvan a morir millones de animales enfermos? ¿No hay alternativas? Si esta es la mejor idea para alimentar a animales explotados es una irresponsabilidad. Sería mejor para todos acabar con la explotación y dedicarse a producir alimentos sin poner en peligro la vida de individuos que malviven y son infelices todas sus vidas.
Cavilaciones de la filósofa Marina Garcés durante la pandemia para no olvidar. Ante la obligación de pararse, nos recuerda la imposibilidad de hacerlo. Muchas personas siguieron trabajando para cubrir servicios mínimos necesarios en toda sociedad. Es necesario plantearse cuáles son nuestras necesidades básicas, nuestros derechos y lo que consideramos privilegios. Hay que replantearse lo que parece que se impone en nuestro subconsciente: Sigue vivo, aunque malvivas. Por otro lado, Garcés afirma: "La mediación tecnológica ya no es una opción, es un contexto, nos atraviesa escojamos la opción que escojamos respeto al consumo individual de ciertas plataformas o no. (…) Atraviesa ya directamente la relación con eso que llamábamos los bienes esenciales: la educación, la sanidad. Es decir, ya no hay ciudadanía o vida vivible al margen de las tecnologías". A menudo se trata la presencia de la tecnología como si fuese algo "natural" de una evolución inevitable. Pero no lo es. La filósofa cree que es necesario "desnaturalizar" la tecnología y pararnos a pensar qué papel queremos darle, qué debe condicionar en nuestras vidas, cómo deberíamos usarla, etc. Estas y otras cuestiones en este breve vídeo de El Salto.
No salgo de mi asombro al comprobar, una vez más, que la crueldad de algunos seres humanos traspasa todos los límites imaginables. Tras un incendio devastador en Sierra Bermeja, cazadores acuden al lugar para cazar a los animales que huyen del calor y las cenizas en busca de alimentos para sobrevivir. Ecologistas en Acción recuerdan que la legislación ambiental "prohíbe la caza en zonas afectadas por catástrofes". ¿Están los cazadores por encima de la ley?
La fotografía de este artículo es de Laura Muñoz @unbichoinquieto
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