La política en Francia tiene una retórica que siempre me sorprende. Quiero destacar un fragmento del quinto discurso desde el inicio de la pandemia del presidente Macron, el pasado 13 de abril:
“Tendremos que recordar también que nuestro país entero, hoy, lo sostienen hombres y mujeres que nuestra economía reconoce y remunera mal. “Las distinciones sociales sólo pueden fundarse sobre la utilidad común”. Estas palabras las escribieron los franceses hace más de 200 años. Debemos tomar el relevo y darle toda la fuerza a este principio. (…) El momento que vivimos es una sacudida íntima y colectiva. Sepamos vivirlo como tal. Nos recuerda que somos vulnerables, cosa que habíamos olvidado sin duda. No esperemos encontrar la confirmación inmediata de aquello que siempre habíamos creído. No. Sepamos, en este momento, salirnos del camino, de las ideologías, reinventémonos –yo el primero. Dentro de esta crisis hay una oportunidad: fortalecernos y demostrar nuestra humanidad, construir otro proyecto en la concordia. Un proyecto francés, una razón profunda para vivir juntos. En las próximas semanas, con todos los componentes de nuestra nación, me esforzaré para diseñar el camino que hará esto posible”.
Es difícil escribir discursos políticos, por el hecho de que tienen como objetivo llegar al mayor número de personas. Sin embargo, creo que este se ha escrito para un público en concreto que necesita que le escuchemos más que nunca. Esta situación de pandemia agudiza la injusticia social y a pesar de que el Sr Macron es un capitalista que siempre se posiciona a favor de los empresarios, agradezco que reconozca que hay sectores y trabajos muy mal pagados. Es como si por un instante, mientras pronuncia esas palabras, se diera cuenta de que la economía que tanto protege no existiría sin aquellos que trabajan en la base de esta. Las personas que como yo creen que el momento PostCovid-19 puede ser un nuevo comienzo en muchos aspectos, verán un hilito de esperanza en las palabras del presidente Macron. La referencia a ese “otro proyecto” que describe “la oportunidad de demostrar nuestra humanidad” y su invitación a reinventarnos nos llevan a imaginar un mundo mejor. Más justo para todos, más igualitario y menos egoísta. Con el tiempo veremos si era solo retórica o todavía queda algo de ética y filosofía en este individuo a la cabeza de un país. He realizado la traducción yo misma y el discurso completo original se encuentra en Le Monde.
La pandemia nos recuerda que todos vivimos en el mismo planeta y sin duda nos empuja a demostrar si somos realmente solidarios y hasta dónde llega nuestra solidaridad. Este artículo La crisis moral de la pandemia, de Jeremy Adelman reflexiona sobre la posibilidad de ayudar globalmente a quienes tengan menos recursos para afrontar una epidemia, estén donde estén. “No podemos dar la espalda al destino de la gente que habita más allá de nuestras fronteras”. Nos recuerda que hay millones de refugiados y personas desplazadas que también se verán afectadas por Covid-19.
En este otro artículo Pandemias y progreso, escrito por el príncipe El Hassan Bin Talal, también se menciona la solidaridad internacional y la necesidad de actuar conjuntamente para afrontar las consecuencias de esta epidemia: “Para lograr una globalización mejor habrá que extender la ética de la solidaridad humana más allá de los límites de nuestra respuesta inmediata al brote de la Covid-19”. Además, me gusta que señale el bienestar de las personas como base del mundo que deberíamos reconstruir entre todos: “Para contener las secuelas económicas y sociopolíticas de la crisis, los responsables de las políticas deben centrarse en preservar la dignidad y el bienestar humanos como cimientos de la seguridad nacional e internacional”. No conocía al autor del artículo, pero se pueden consultar detalles de su enfoque humanitario basado en la dignidad y la ética en su web.
Los filósofos morales Peter Singer y Michael Plant también reflexionan sobre cuál es la mejor manera de hacer frente a la situación que vivimos, en el artículo ¿Cuándo será la cura para la pandemia peor que la enfermedad? Su propuesta es revolucionaria. Creen que la mejor unidad de valor para evaluar los efectos de una crisis y aplicar las mejores medidas es el bienestar de las personas. Anteponen el bienestar a la riqueza, la sanidad y la política: “Lo que realmente debemos hacer es comparar el impacto que las diferentes políticas tienen en nuestro bienestar general. Para hacer eso, creemos que es mejor medir el bienestar mediante el uso de informes que revelen cuán felices y satisfechas están las personas con sus vidas, un abordaje liderado por académicos que se plasma en el Índice global de felicidad”. En esta web del “World Happiness Report” se explica el criterio y la metodología que se emplea para hacer las encuestas y presentar los resultados. Está en inglés, pero debería estar disponible en todas las lenguas del mundo. Conocer las razones por las que países como Finlandia y Dinamarca ocupan los primeros puestos del ranking de felicidad en el mundo, nos puede ayudar a tomar conciencia de nuestras necesidades reales; tanto personales como colectivas. El capítulo The Northern Exceptionalism es especialmente sorprendente al respecto.
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