Una oportunidad desaprovechada. Es una lástima que no se haya aprobado la limitación de velocidad en las autopistas de Alemania; para reducir la contaminación, pero también para reducir la mortalidad al volante. Se trata de un país acostumbrado a apretar el acelerador sin límite y con una economía enriquecida por la industria automovilística. Esto hace difícil un cambio, pero no por ello deja de ser necesario. Espero que la negativa no apague el debate sobre la medida en cuestión. Me gustaría saber cuántos conductores llevan un Porsche y cuántos conductores sobrepasan los 140km/h. Si son una mayoría, preguntaría entonces cuántos muertos provocan. Si son una minoría, les invitaría a ir a un circuito cerrado para practicar y disfrutar de la velocidad sin poner en peligro la vida de nadie. A veces se nos olvida que a mayor velocidad, mayor probabilidad de muerte en caso de accidente. Todos debemos ser responsables de nuestra conducción, ¿no? Me pregunto: ¿El “placer” y “privilegio” de unos pocos o muchos justifican un accidente? ¿Por qué dejar que la velocidad en sí misma sea la causa de un accidente irreversible e innecesario?
Esta noticia me recuerda la necesidad o nuestro deber de estar atentos a las aplicaciones que se hacen de los avances científicos. En concreto, expone las razones que justifican la manipulación genética. En principio los objetivos son salvar vidas, evitar epidemias y erradicar enfermedades. Pero si lijamos, veremos que hay muchos intereses económicos y empresas dispuestas a encontrar maneras de saltarse la ética con líneas de investigación que solo benefician a los humanos (crear animales cuya leche sea más digerible para los humanos o con carne que produzca menos intolerancias). Estoy de acuerdo con las declaraciones del filósofo Eze Paez en el artículo citado. Es nuestra responsabilidad asegurar con firmeza que la manipulación genética se hace únicamente para aportar mejoras al planeta y a todos los seres que lo habitan. No se pueden justificar los medios por un fin que no debería tener cabida. Los límites son necesarios en una sociedad para construir y respetar una ética justa para todos. ¿O acaso nos interesa llegar a la situación que se describe en la historia “La creación” publicada en este blog? En nuestras manos está nuestro destino.
Una denuncia y propuesta de Greenpeace. En los últimos 50 años la población de pingüinos en la Antártida ha caído hasta un 77%, debido principalmente al cambio climático y a la presencia humana que altera sus vidas. Una solución efectiva sería crear santuarios, áreas reservadas en las que no puedan acceder humanos. ¿Es tan difícil aplicar esta medida? ¿Supone algún sacrificio para alguien? ¿Cuál y para quién? Por otro lado, ¿hay que esperar al año 2030 para ponerlo en marcha? ¿Por qué?
Cuando veo iniciativas de negocio como esta, me pregunto si todavía nos queda un mínimo de decencia, de dignidad, de hospitalidad y de empatía. Hacia nosotros mismos y hacia los demás. Un tipo de hotel se abre camino. Ofrece una habitación con una superficie suficiente para una cama, un lavamanos y el espacio que ocupa la puerta al abrir y cerrarse. Sin ventanas. Por 25€. La ducha y el WC se encuentran en otro espacio y son compartidos. Es como un albergue de toda la vida, pero más caro y con microhabitaciones privadas. Ya pueden tener un buen sistema de ventilación. Yo viajo y me conformo con poco; además mi presupuesto es siempre limitado. Pero esto me parece un negocio abusivo. El lema de una de las empresas es: “Be a fox, rent a box”. Yo creo que un zorro sería más inteligente que nosotros y no pagaría 25€ por meterse en un lugar así. He estado en hoteles, hostales y albergues de todo tipo, por todas partes. Pero esto no lo voy a apoyar nunca. Se puede ahorrar dinero de otras maneras, o esperar a tener una cantidad mayor para hacer ese viaje. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a viajar a cualquier precio, cueste lo que cueste, tenga las consecuencias que tenga? Tal vez sea momento de pensar en ello y ser conscientes de qué tipo de empresa o negocio apoyamos con nuestros recursos.
Comments