Cuando menos te lo esperas, la vida te sorprende. Me llamo Piedras para un puente y acabo de llegar a una nueva estantería. Hogar, dulce hogar. Recibo el calor del sol y me arropa una luz tenue por la noche antes de dormir. Espero poder olvidar la oscuridad de mi pasado. Han sido cinco años de secuestro en una mazmorra que no le deseo a nadie. No obstante, tuve compañeros en aquel lugar. Ellos me salvaron del aburrimiento y el tiempo pasó más deprisa a su lado. Me gustaría mencionar sus nombres, pero me hicieron prometerles que si algún día salía de aquella, nunca lo haría. Creo que no acabaron de entender por qué se encontraban allí y sentían mucha vergüenza por estar escondidos, a la sombra del mundo. En cualquier prisión es fácil sentirse culpable de algo, aunque sea solo a ratos.
Yo siempre fui consciente de lo que me sucedió. Resulta que unos bandidos atacaron a nuestra especie y yo fui una de sus víctimas. Se hicieron pasar por editores. Prometieron hacerse cargo de mí y ponerme al alcance de todos los lectores posibles. En parte hicieron su trabajo, porque me dieron mi forma inicial. Pero entonces, cuando llegó la hora de invertir para hacerme llegar a las librerías del país, los bandidos se destaparon, les vi las caras y me encerraron en sus mazmorras. Cortaron el contacto con mi autora y le prohibieron volver a verme, esperando que ella se olvidase de mí y de su carrera como escritora. Sin embargo, las cosas no salieron como ellos planeaban. No sabían que ella no es de las que se rinden.
Debo reconocer que soy muy afortunado por haber sido rescatado. Gracias a mi autora, tengo una segunda oportunidad de conseguir estar en el mundo de los recordados. No sé cómo lo hizo, pero de repente un día me sacaron de allí, me revisaron escrupulosamente una vez más, me cambiaron el traje y me dieron una nueva forma. Es muy raro existir a modo de fichero digital y todavía me estoy acostumbrando. Nunca pensé tener infinidad de compañeros y a veces se dan situaciones muy caóticas. Se gritan unos a otros, se pelean por el primer puesto de un ranking de no sé qué y no se paran mucho a conversar. Pero será cuestión de conocerles. Soy nuevo y estoy en la fase de observación para aprender a moverme por aquí; sin ofender y llegando a quien me quiera.
De todas maneras, sigo existiendo como un puñado de páginas de papel y me he habituado rapidísimo a mi nuevo peso, tamaño, textura y colores. Este traje es mucho más cómodo que el anterior. Me siento más ligero, no me pesan los párrafos en mi interior y mi portada tiene un significado muy especial, que mi autora me reveló cuando me tuvo en sus manos de nuevo y comentamos los cambios.
Llevo pocos días en la nueva biblioteca, pero ya he hecho muy buenos amigos. Si los conocía, no los recordaba. Creo que muchos recuerdos se fueron con mi vieja vestimenta. No sé qué otros estantes alcanzaré, pero este es un buen punto de partida. Me siento muy arropado, porque al contar mi vida anterior, muchos compañeros me han mostrado su apoyo. No hacen más que animarme y contarme sus experiencias hasta llegar a sus lectores. Por lo visto, todos pasaron por algún que otro infortunio y como de todo se aprende, estoy tomando nota de un montón de consejos.
Cuando conocí a El gran Gatsby se me pusieron las tildes de punta. Qué historia más conmovedora, impactante y con qué delicadeza y atención al detalle está escrita. No me extraña que se haya convertido en un clásico. Estoy seguro de que sigue tan viva en los lectores que ya la leyeron como lo estará en los que decidan leerla. Su éxito es merecido. No puede defraudar a nadie. En fin, me he hecho muy amigo de este libro y me hace ilusión coincidir con él. En nuestras dos historias aparece un incidente con un coche. La mía no tiene nada que ver con la suya, pero es emocionante saber que los dos llevamos un trayecto de coche crucial dentro.
También tengo cosas en común con Agua para elefantes. Cuando me crucé con este libro, algo en mí cambió. Es uno de esos que te atrapa y deja algo suyo en ti. Su historia te traslada a un mundo de belleza, amor, recuerdos, sueños, felicidad, tristeza, injusticia, comprensión, valentía y muchas otras cosas. Además, te hace oler la tierra bajo la carpa de un circo y sientes lo que pasa cuando tus pensamientos se hacen mayores. Es un libro poderoso. Tiene muchísimos lectores y me anima saber que mi historia contiene animales, como la suya. Aunque no sé si el papel que juegan está a la altura, pero ahí está, ¡un punto en común con otro libro leído por millones de ojos!
Y hablando de cantidad de lectores, me crucé con Cincuenta sombras de Grey y me deprimí un poco. Por un lado, la historia me pareció sobrecargada y llena de cosas predecibles. A mí me cuesta disfrutar cuando no me sorprenden, así que me quedé un poco decepcionado. Por otro lado, es un exitazo y no compartimos nada, lo cual me preocupa. Hemos charlado sobre el tema y él se esfuerza en animarme. Es majísimo. Dice que a pesar de las diferencias, puedo llegar igual de lejos o más que su historia. Yo lo dudo, pero él me repite una y otra vez que uno no elige a sus lectores, que son los lectores quienes vienen a nosotros. Está convencido de que igual que lo fueron a buscar a él, vendrán a buscarme a mí, porque hay lectores para todos. Tal vez tenga razón, ¿quién sabe?
Ciudad de huesos también insiste en que hay que confiar en el lector. Esta historia del detective Harry Bosch me hizo sufrir. El suspense crece capítulo tras capítulo. No suelo encontrarme a gusto con los asesinatos, ni las investigaciones policíacas, porque soy muy malo siguiendo pistas. Aunque los personajes de esta novela están tan bien perfilados, que le hacen buena compañía a uno. De nuevo es un libro con el que no tengo nada en común y tiene muy buena acogida. Además, resulta que hicieron una serie en televisión inspirada en este y otros libros que dan cobijo al mismo protagonista. De este modo, el libro tuvo más posibilidades aún de ser encontrado por lectores que quedaron con ganas de más, tras ver la serie.
Me llevo bien con este libro y cuando dudo de la calidad de mi historia al compararla con las demás, me recuerda que solo podemos ser quienes somos y que solamente cambiamos cuando alguien nos lee. Por eso lo único que tenemos que hacer es alcanzar unas cuantas miradas curiosas. Él mantiene que lo único que necesito es un poco de impulso, un primer empujón hacia los lectores. Cree que hacer una serie o una película con mi historia me ayudaría seguro, pero yo le digo: ¿Cómo van a hacer eso si todavía nadie siquiera pregunta por mí?
Me parece que son unas aspiraciones exageradas. Yo no pretendo ser un clásico, ni el libro más leído, conocido o aclamado. Me conformo con que un puñado de lectores me descubra; los suficientes como para hacer que mi autora pueda seguir creando compañeros de estantería. Ella me ha dado la vida, no me dejó olvidado cuando me encerraron y me ha traído hasta aquí. Así que lo mínimo que puedo hacer es ayudarla a trazar un plan.
Por eso le cuento todos los consejos que me dan mis nuevos amigos. Aunque mi destino sea diferente, podemos dejarnos guiar por unos y otros. No existe un único sendero que los lectores sigan para llegar a mí, eso está claro. O sea que merece la pena prestar atención a la sabiduría de cada uno y sobre todo, deseo seguir conociendo historias. Ahora nada me apetece más que hacer amigos.
Yo confío en mi autora. Al fin y al cabo, si ha conseguido rescatarme de una mazmorra, logrará darme ese empujoncito que parece que necesito para alzar el vuelo. Por lo menos ahora ya no estoy en la sombra del olvido y vuelvo a estar a disposición de quien me busque. Estoy contento, puedo sonreír, tengo ilusión y ¡me muero de ganas de salir a ofrecer mis páginas! Volveré a ser leído, volveré a ser recordado, volveré a estar vivo. Al menos con eso sueño despierto hoy, desde esta nueva estantería.
Comments